La Torca del Carlista, el descenso de Jon Arana. 2ªparte. Ayer se celebró el cincuenta aniversario de su hallazgo. Quien la holló en 1958, el espeleólogo guipuzcoano Jon Arana, se adentró de nuevo en su interior. Medio siglo después. Con 81 años.Fue una jornada llena de emociones para Arana. Poco que ver con la incertidumbre que le atenazó el día que bajó por primera vez a la sala que hoy lleva su nombre. Aún lo retiene fresco en la memoria. «Impresionaba lanzarse al vacío en un lugar desconocido. El silencio era sepulcral y la oscuridad absoluta.Aquello imponía», admitió ayer el veterano espeleólogo. Pese a todo, con el arrojo de su juventud se atrevió a descender en solitario y tocó suelo. Descubrió un «invisible y enorme laberinto» que sólo pudo palpar con las manos. «Me desorienté y temí incluso por no encontrar la salida», recordó. La tenue luz de su casco le guió finalmente para regresar de nuevo al exterior. Cuatro meses después repitió la hazaña, esta vez acompañado y equipado para topografiar el lugar. La torca del Carlista perdió entonces parte de su halo de misterio.
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