11 junio 2009
Óscar López González, un joven aventurero calagurritano, se enfrentaba por sexta vez al descenso del barranco del Llech, en el Pirineo francés, cerca de la localidad de Prades y a apenas 45 kilómetros de Perpignan. Junto a él viajaban cuatro amigos también de Calahorra para quienes iba a hacer de guía en el descenso del cañón el pasado lunes. Roberto, uno de los amigos, tenía dolores de espalda por lo que decidió quedarse en el campamento en el que estaban alojados los cinco desde el pasado sábado, día en el que habían llegado a Francia desde Calahorra para disfrutar de unas jornadas festivas con motivo del puente del Día de La Rioja.
Los otros cuatro habían empezado el descenso hacia las 15.00 horas. Todo transcurría con normalidad hasta que sobre las 18.30 horas -apenas les quedaba una hora para concluir la bajada-, al llegar al tobogán natural de 'Lessiveuse' (o de la Lavadora), Óscar López, de 40 años recién cumplidos, bajó el primero hasta llegar a la olla del río. Allí un fuerte remolino y el elevado caudal de las aguas procedentes del deshielo arrastraron al joven. «Es un tobogán natural en el que justo cabe un cuerpo. Él, que era el que más experiencia tenía, bajó el primero, enseguida nos dimos cuenta de que le costaba salir de la poza más de lo normal y bajamos con una cuerda a por él. La verdad es que había más agua de la normal para las fechas en las que nos encontramos», explicó Raúl Pérez Marín, uno de sus compañeros.En realidad, en el barranco no estaba permitido realizar descensos hasta el 26 de este mes, «pero allí no hay ningún guarda que te niegue el acceso y es algo que se hace habitualmente; de hecho, en ese barranco todos los años hay entre dos y tres accidentes mortales», aseguró Raúl.
«Había poco que hacer»
Fue él mismo quien se encargó de descender para rescatar a su compañero. «Bajé haciendo rapel, saqué el cuerpo del agua y vi que llevaba algún golpe en la cabeza. Intenté reanimarle por todos los medios, pero había poco que hacer por él», detalló.
Poco después, y pese a los infructuosos intentos de reanimación de sus compañeros, moría ahogado. Según Raúl, Óscar «era un tío muy experimentado, había hecho el barranco varias veces y siempre nos animaba a hacerlo». Y recuerda también que el grupo estaba «alucinando con lo divertida que estaba siendo la tarde...» hasta que se truncó. «Por ir el primero -añade- fue él quien sufrió el accidente, a cualquiera de nosotros nos hubiese pasado lo mismo, así que hay que pensar que nos salvó la vida».
Entre las 22.00 y las 23.00 horas, los servicios de salvamento de montaña de la localidad de Bolquère -próxima a la frontera con España- trasladaron hasta el lugar un equipo de cuatro personas. Poco después un helicóptero de la base de Perpignan acudía también al rescate de los jóvenes. Las fuertes ráfagas de viento, la oscuridad y lo escarpado del terreno impidieron la evacuación de los dos riojanos que permanecían sobre la roca, junto al cadáver de su amigo.
Sin comida ni mantas
Así estuvieron toda la noche hasta que un helicóptero de seguridad civil, un 'Dragon 66', regresó a la zona y pudo rescatarles hacia las 6.00 horas del martes. «Esperábamos que nos mandasen unas mantas térmicas y comida para pasar la noche, incluso a nuestros compañeros les comentaron que un equipo de rescate pasaría la noche con nosotros, pero no tuvimos más noticias hasta por la mañana», relató Raúl. De manera que, agregó, tuvieron que pasar la noche a cinco grados y totalmente calados al lado del cuerpo de nuestro amigo. «Realmente ha sido la peor noche de nuestras vidas», sentenció Raúl expresando a la vez sus dudas de que vuelvan a atreverse a hacer algún día un nuevo descenso de barrancos.
David recibió una llamada desde Francia. Veterano en la montaña, no dudó en viajar hasta allí para reunirse con sus amigos. «Desde España llamé al 112 a ver si se podían poner en contacto con las urgencias francesas y avisar de todo lo que había pasado; después de enfadarme mucho desde el 112 de Cataluña me aseguraron que el helicóptero francés estaba en camino», recuerda. Cuando llegó al lugar de los hechos acababan de rescatar a sus compañeros: «Tuvimos que suministrarles nosotros comida y mantas térmicas».
El cuerpo de Óscar López permanece en Prades, hasta donde se trasladó su hermano Pedro, a la espera de que concluyan los trámites y que el cuerpo pueda ser repatriado al tanatorio de Calahorra.
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